Reflexiones sobre la ciudad ambientalmente sostenible
El transporte

Las estrategias posibles para reducir el impacto negativo del automóvil son muy variadas y dependen de las características de cada ciudad. Aun así, podemos apuntar las que ya han demostrado una eficiencia mayor: la reordenación viaria, la regulación de accesos a vehículos privados con motor, los controles de la contaminación atmosférica y acústica, las políticas de aparcamientos y nuevos programas de distribución de mercancías.

En muchas ciudades europeas se están desarrollando actuaciones de reordenación de la red viaria que consisten en la mejora de los circuitos para peatones, bicicletas y transporte público; en la supresión de las barreras arquitectónicas y en la creación de plazas y jardines. Estas actuaciones van encaminadas a disminuir el número de coches en los centros urbanos para mejorar la mobilidad y disminuir las emisiones de C02 y la contaminación atmosférica.

Estas actuaciones se aplican en algunas ciudades de forma puntual y solamente en situaciones extremas. En otras, en cambio, se ha reducido la utilización del automóvil de manera generalizada o permanente. Por ejemplo, algunas limitaciones al uso de vehículos privados han sido:

  1. la prohibición total de circulación o alterna -según la matrícula par o impar- en Méjico DF, Milán, etc.
  2. la restricción del acceso a determinados circuitos en Holanda, Estados Unidos;
  3. la incorporación de peajes de acceso al centro urbano en ciudades escandinavas y asiáticas,

También, durante las sucesivas crisis del petróleo de los últimos veinte años, las actuaciones llegaron a ser todavía más decisivas en ciudades centroeuropeas. Con el fin reducir el consumo de energía, se limitaba la distancia máxima de recorrido por vehículo a motor privado cada día, y el racionamiento de los combustibles para esos vehículos.

De modo que el negativo impacto ambiental del automóvil puede reducirse mediante propuestas de reordenación viaria y de aparcamiento. Aunque la situación de nuestras ciudades no es tan dramática como la de las que hemos mencionado, en general ya es imprescindible que la ordenación de la ciudad y de la edificación se regule por unos criterios urbanísticas que incorporen entre sus objetivos urbanísticos los de la sostenibilidad de la ciudad.

El protagonismo que tiene todavía el automóvil privado en la definición de los viales y de las tipos edificatorios debe corregirse. De una parte, los viales deben liberarse de la obsesiva presencia de automóviles aparcados en todas las aceras, de forma que mejore la calidad urbana de los espacios transitables. Así, será necesario potenciar circuitos en los que el automóvil pueda circular pero no estacionarse, dejando toda la sección del vial para uso de los peatones y del transporte colectivo.

Por otra parte, será necesario incorporar el aparcamiento del automóvil dentro del edificio para limitar recorridos innecesarios que aumenten el consumo de energía y las emisiones. Hasta ahora, la solución más común ha sido depositarlos en los sótanos de los edificios. Es una solución ambientalmente desaconsejable porque, en la ejecución del sótano se originan grandes cantidades de residuos de excavación difícilmente reutilizables. En definitiva, es necesario reconsiderar la oportunidad de destinar determinadas zonas del edificio -peor orientadas por ejemplo- a la construcción de las zonas de aparcamiento; incluso, por qué no, mediante soluciones que faciliten una relación más próxima a la vivienda.