Reflexiones sobre la ciudad ambientalmente sostenible
Energía, recursos y residuos en los edificios

El concepto de sostenibilidad aplicado al consumo de energía de la ciudad en su conjunto sugiere que sus edificios deben alcanzar el mayor grado de autosuficiencia energética posible, para reducir con ello el impacto ambiental derivado.

Hay diferentes alternativas para mejorar el grado de autosuficiencia energética del edificio. El objetivo común de todas ellas es aprovechar las energías alternativas en las redes de suministro convencional. Por ejemplo, mediante el aprovechamiento de la radiación solar, así como de la ventilación y iluminación naturales. Para el agua caliente sanitaria y la calefacción pueden utilizarse sistemas activos y pasivos de energía solar; y para la energía eléctrica, sistemas fotovoltaicos, por ejemplo. Incluso en zonas favorables, deben aprovecharse las condiciones naturales de viento o hidrográficas, mediante centrales generadoras de electricidad de origen eólico o hidráulico.

Todas estas alternativas, como decíamos, tienen como objeto minimizar la necesidad de suministro de energía de las redes convencionales. En cualquier caso, este suministro debe favorecer la utilización de los combustibles de baja emisión de CO2 y de sustancias de alto impacto atmosférico, tanto en su combustión como en su proceso de producción. Una energía como el gas natural, por ejemplo.

Pero no solamente hay que atender al origen de la fuente de energía, para reducir su impacto ambiental. También su gestión es un parámetro fundamental para reducir el impacto. En este sentido, es aconsejable la utilización de equipos de alta eficiencia y bajo consumo de energía, los mecanismos de control del agua, y la producción centralizada de agua caliente sanitaria y de la calefacción. En todos los casos será conveniente aplicar sistemas de control integrado que permitan satisfacer las necesidades del edificio con un consumo mínimo de energía.

Este ámbito de gestión no debe limitarse solamente al edificio, sino que, además, puede extenderse a agrupaciones de edificaciones en el ámbito rural y en la ciudad. En consecuencia, debería ser un criterio urbanístico preferente en la proyectación del desarrollo urbano.

El agua es un recurso natural escaso, sobre todo en nuestro país. En consecuencia, es necesario reducir la aportación de agua que procede de la red pública de abastecimiento. Las alternativas posibles son diversas, aunque obligarían a una doble red de suministro de agua en los edificios, de esta forma se reduciría el volumen necesario de aportación externa. Por ejemplo, mediante la recogida y almacenamiento de agua de lluvia, que podría utilizarse para riego, en inodoros, e incluso en instalaciones de incendios. Esa agua reutilizada reduciría el volumen necesario de aportación externa, de manera que se evitarían los grandes aportes de agua de lluvia en las ciudades, cada vez más impermeables a causa de las edificaciones.

El edificio es un generador de residuos sólidos, líquidos y, como hemos comentado, de sustancias nocivas para la atmósfera. Así, un objetivo fundamental será el de su minimización. En general, las agrupaciones de edificios o de las grandes edificaciones deberían disponer de una red separativa de aguas grises y negras, con el fin de potenciar la reutilización en redes de riego, incendios etc. Las aguas sucias, por ejemplo, pueden ser tratadas en pequeñas centrales depuradoras.

Además, los edificios deberían incorporar espacios para la recogida selectiva, de modo que se facilite desde el origen la proceso de reciclaje de los residuos sólidos urbanos.