Antecedentes medioambientales en la edificación
La economía de los recursos naturales

La historia de la construcción es tan extensa -e intensa- que siempre es posible encontrar en ella alguna referencia sobre como resolver los "nuevos problemas" que se nos plantean.

La construcción siempre ha tenido la obligación de ser resuelta desde el punto de vista de economía de medios, principalmente debido a su evidente masividad. La adopción de criterios consumistas y de deshechabilidad han sido tan recientes que su peso en la historia de la construcción, en cuanto se contemple el tema con un poco de perspectiva, cabria considerarlo nimio.

Para desesperación de los arqueólogos, si Europa no está llena de ruinas romanas es porque los elementos con que fueron construidos aquellos edificios se convirtieron en materiales de construcción de los edificios carolingios, románicos o árabes. La construcción doméstica siempre ha usado como cantera, además de los materiales que obtenía en el propio solar, el edificio antiguo, obsoleto, más próximo al que podía acceder.

El puro economicismo implicó la tendencia natural a la reciclabilidad y esta es una propiedad que ha poseído la construcción desde siempre. Es un valor añadido que no ha tenido ninguna otra industria de creación reciente y que la hace especialmente apta para asimilar rápidamente los principios que aquí se pretenden establecer.

Los materiales excedentes (los sobrantes de una cierta civilización) han sido la materia prima idónea para ser usados en la construcción, porque por definición eran los más baratos y además estorbaba su acumulación.

La arcilla, la piedra y la madera han sido los grandes materiales primarios de la construcción, pero también lo fueron la piel, en las civilizaciones trashumantes o los huesos de mamut o de ballena en algunos poblados siberianos o de los esquimales. Esta reutilización de los productos de deshecho, aunque fuera por causas puramente economicistas, hoy constituyen la envidia del ecologista y de los recuperadores, ya que aquellas civilizaciones "trabajaban a residuo nulo".

El muro de gran grueso conseguido a partir de materiales de derribo (ladrillo, piedra, tejas,..) y un ligante a base de arcilla y cal ha sido un método de construcción que ha satisfecho un amplio periodo de la historia de la construcción y que únicamente se abandonó cuando el ladrillo permitió realizar, con mucho menos esfuerzo, paredes de igual resistencia que aquellas. Por ejemplo, a mediados del siglo XIX, en el barrio del Raval de Barcelona, se construyeron edificios de 6 plantas de altura con paredes de ladrillo de 0,14 m. de espesor, que son, con mucha diferencia, las estructuras domésticas más osadas construidas en la Europa de su tiempo.

Mucho más reciente, ya en la época industrial (pero no consumista), se registran "tics" interesantes de ahorro en el transporte (cuando tenia que hacerse a partir de considerables esfuerzos humanos y equinos) que se caracterizan por la minimización de los residuos de las obras. La reutilización de los materiales de construcción, como siempre, estaban a la orden del día. Los ladrillos de la construcción anterior eran recuperados, también las vigas, las barandillas y por supuesto todos los materiales metálicos. Lo que iba al vertedero era muy poco.

Un ejemplo interesante de aplicación de estos criterios fue la demolición de las construcciones de la Exposición de 1888. Estas construcciones, realizadas con los materiales más convencionales de su momento tenían que ser eliminadas una vez concluída la Exposición ya que se encontraban en solares que el Municipio había arbitrado como de uso "a precario". Con los sobrantes que se generaron en la demolición se construyeron numerosos edificios en el ensanche de Barcelona. Quizá los más característicos fueron los que conformaron la Plaza Urquinaona. Curiosamente, algunos de ellos han subsistido como han podido, hasta nuestros días, por los problemasendémicos que les ocasionó el haberse contaminado con termitas procedentes de los suelos donde se ubicó la exposición.