Antecedentes medioambientales en la edificación
La economía en el consumo de energía

Desde el punto de vista del consumo energético, las referencias históricas serían similares. El aprovechamiento al límite de las energías baratas (renovables o no) es una constante en la búsqueda de la confortabilidad. La grasa de la ballena, la bosta o la paja son subproductos de ciertas actividades humanas muy primarias han resultado fundamentales para cubrir la necesidades energéticas de las civilizaciones correspondientes.

La industria del XIX basada en el "vapor" fue una gran consumidora de madera. El carbón, primero, y el gas y el petróleo, después, fueron energías que vinieron a resolver el grave problema que se creó por causa de la carestía de la primera, tal como ocurrió en la Cataluña protoindustrial.

Sobre la madera confluyeron dos causas de gran consumo: la construcción naval y su uso como energía. Los bosques quedaron tan esquilmados y el costo de la madera llegó a ser tan elevado que la madera tuvo que dejar de ser un material de construcción. La historia de la construcción en madera, a partir de finales del XVIII, tiene que ser seguida en el Nuevo Mundo. Ésta es una experiencia que sería interesante analizar con detalle ya que es una de las veces en que esta civilización industrial ha tenido que afrontar, a nivel global, la carestía de una energía fundamental.

Un caso paradigmático de ahorro energético basado en el aprovechamiento de la energía solar (con el ritmo de estaciones y de cultivos habituales en el Mediterráneo) lo constituye la casa rural catalana (la masía, derivada de la palabra tardoromana "mansus"). Este tipo de edificio estaba acabado superiormente con una cubierta fuertemente ventilada. En la última planta (las "golfes" o buhardilla), la situada bajo la cubierta de teja árabe, se cuidaba especialmente que no faltara una fuerte ciUn caso paradigmático de ahorro energético basado en el aprovechamiento de la energía solar (con el ritmo de estaciones y de cultivos habituales en el Mediterráneo) lo constituye la casa rural catalana (la masía, derivada de la palabra tardoromana "mansus"). Este tipo de edificio estaba acabado superiormente con una cubierta fuertemente ventilada. En la última planta (las "golfes" o buhardilla), la situada bajo la cubierta de teja árabe, se cuidaba especialmente que no faltara una fuerte cipacio estaba cubierto por un volumen importante de estos materiales que actuaban como un considerable aislamiento. El consumo de los forrajes durante la estabulación estacional de los animales iba eliminando esta capa i cuando se llegaba al verano había desaparecido la mayor parte de este "aislamiento" y se permitía la libre ventilación de la cubierta.